Hace tiempo que no oía esta frase tan italiana, y que expresa también uno de los mayores placeres de la vida, el de no hacer nada.
No significa quedarte inmóvil sino disfrutar del placer de sentarte a tomar un café mientras el sol te da en la cara en una terracita de cualquier plaza del mundo.
Tomarte una cerveza con un grupo de amigos mientras charlas sobre cosas intrascendentes.
Tumbarte en la hierba de un parque a ver como corretean los hijos de otros, eso sí. Pasear sin rumbo, sin prisa, sin tiempo.
Olvidar el reloj y sentarte a la mesa delante de un plato de pasta con “ricotta e pomodoro”
Tumbarte en el sofá, oír música de hace más de 20 años y ver viejos álbumes de fotos.
Dolce far niente.
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